Artículo: El efecto perverso de la desinformación en elecciones
El efecto perverso de la desinformación en elecciones (1)
Por Elaine Ford *
A lo largo de estos meses de contienda electoral, desde Democracia Digital hemos dado especial énfasis al tema de la desinformación. Sin embargo, hemos visto en estas últimas semanas, vísperas al 6 de junio, fecha en que se realizará nuestra segunda vuelta electoral, que la desinformación está más agresiva que nunca.
Y es que hay que entender que ésta no viene sola. Viene en “combo o en pack”, como yo le llamo. ¿Y qué significa esto? Significa que usualmente la vemos acompañada de noticias falsas o fake news, de maquinarias de trolls, de bots automatizados, cuentas falsas, uso de hashtags, que comparten, retuitean y viralizan el contenido con una gran ferocidad y un amplio alcance. Vemos videos alterados, fotos trucadas, imágenes retocadas, memes, audios que distorsionan la realidad y también vienen con un fuerte componente de odio y agresividad.
Pero lo lamentable de todo esto es su efecto perverso, porque logran todo lo siguiente:
- Traicionan a la verdad.
- Desinforman a la población.
- Manipulan al individuo.
- Agreden y descalifican al adversario político.
- Incitan al odio con mensajes y discursos hostiles, difamatorios y discriminatorios.
- Deslegitiman a las autoridades.
- Se cuestionan a las instituciones.
- Se genera desconfianza, porque finalmente no se sabe a quién creer.
- Se agudiza la incertidumbre, el miedo y la angustia.
- Se busca invalidar el proceso, como podría suceder después del 6 de junio.
- Se hiperpolariza a la población.
- No se alcanzan acuerdos, diálogos ni consensos.
- Se incita a la violencia, al caos y a la sublevación de ciertos grupos radicales.
Miren ustedes todas estas consecuencias. Todo ello es tremendamente preocupante y perturbador, porque afecta la esencia de la convivencia ciudadana e impacta severamente en nuestra democracia. Nuestra débil democracia que cada día se resquebraja un poco más.
Lo que sucede es que, en el ámbito político, esa lucha de poder en contextos electorales se convierte en un campo de batalla donde de pronto todo es permitido. No hay autorregulación por ningún lado. Y eso es algo que lo hemos visto también en distintas latitudes a nivel global y en nuestra región latinoamericana.
El punto acá es la necesidad de que sea el político, la persona capaz de autorregular su retórica, su contenido o mensaje para evitar justamente la desinformación. Pero también para evitar caer en otras acciones que se cuestionan como lo es la censura de la información o el generar advertencias sobre los contenidos. Prácticas que hemos visto en el último tiempo en elecciones, y que han sido una respuesta por parte de las principales redes sociales (o las corporaciones de tecnología), para evitar la proliferación de información falsa y, consecuentemente, eludir todo el efecto perverso que ya hemos señalado.
Entonces, recae en el político, en el líder y, por supuesto, en su partido la responsabilidad de conducir a sus seguidores, partidarios y atraer a nuevos votantes con la verdad. Generando un clima de confianza propicio para sanar fisuras producto de la desinformación y el desgastante proceso electoral donde lo que no es verdad, muchas veces es inventado o creado para desvirtuar la realidad.
Otros aspectos a tener en cuenta en este clima de desinformación y, que lo estamos viviendo día a día a través de las redes sociales, es lo concerniente a la construcción de filtros burbujas o también la tendencia a la tribalización. Es decir, finalmente uno interactúa, lee, comparte y retuitea entre aquellos que piensan igual o similar. No hay opción para una opinión distinta, menos si lo es disruptiva u opositora. Entonces lo que vemos no es solo polarización, sino una sociedad digital muy fragmentada, entre esos núcleos que tienen afinidad en sus intereses políticos o sociales, cuyos contenidos muchas veces son con una fuerte carga valorativa. Si eres “neutro” o “tibio” en tus posiciones, en tus mensajes o posts, es muy probable que estos no sean muy exitosos y el alcance sea mínimo.
Esto va de la mano con otro aspecto que es propio de estos tiempos digitales, donde el ciudadano se ve empoderado. Si bien desde Democracia Digital nosotros aplaudimos esa capacidad que nos ofrecen las nuevas tecnologías para que el individuo se exprese, se manifieste, cree contenido y lo comparta. Lo que estamos viendo es un excesivo narcisismo de parte de aquellos nuevos influencers políticos, tuiteros, que hacen un uso constante de las redes sociales.
Con esto, hay el riesgo pues, en caer en ese sentimiento de creer que su verdad es absoluta, ya que tampoco abren espacio al diálogo y a la interacción. Por el contrario, se percibe una actitud intolerante. Es decir, “en la medida que más personas me dan like, se supone que tengo la razón. Estoy en lo correcto”. En otras palabras “más likes validan mi posición”.
Eso es lo que tienden a creer y, personalmente, considero que es un error. Considero que es simplemente su punto de vista, su opinión. Porque recuerden que justamente eso es lo que nos ofrece Internet y las plataformas digitales, la posibilidad de que todas las opiniones pesen por igual. Esa horizontalidad y simetría que es una característica propia de la e-participación o la participación en línea.
Frente a estos niveles de desinfodemia que estamos viviendo en este proceso electoral han habido muchos esfuerzos desde distintos frentes. No es fácil combatir la desinformación y tampoco no hay una sola fórmula o receta. Tampoco se logrará en el corto plazo. Esta desinfodemia es una piedra en el zapato en esta era digital. Que muchos abusan de ella, para usufructuar o tener un beneficio.
Lo cierto es que hay que actuar de manera coordinada porque absolutamente todos y todas tenemos algo que aportar. Si no lo sabías, ahora lo sabes. Te invito a ver el reciente Decálogo (2) que hemos preparado, que ofrece 10 pasos para combatir las noticias falsas. Es muy oportuno transmitirlo y considero que debemos tenerlo en cuenta para evitar el efecto perverso de la desinformación.
* Elaine Ford es directora fundadora de D&D Internacional - Democracia Digital. Presidente de Internet Society Perú (2016-2021) y autora del libro “El reto de la democracia digital. Hacia una ciudadanía interconectada” (2019).
(1) Extractos de la Conferencia dictada en Foro Internacional “La desinformación online y su impacto en la democracia”, el 28 de mayo de 2021.
(2) Puedes ver el Decálogo en el canal en YouTube de D&D Internacional – Democracia Digital: https://www.youtube.com/watch?v=8IizNHM5hIY